viernes, 24 de abril de 2015 a las 11:47 AM

Lo que nadie quiere ver al ingresar al Parque : la basura

Las concentraciones humanas conllevan muchos desechos. Y más desde que aparecieron los envases plásticos: bolsitas, pañales, botellas y envases de todo tipo han comenzado a rodear todos los pueblos y ciudades de los alrededores de Iberá. La basura plástica parece haber crecido alrededor de los pueblos rurales con la impunidad de un huracán que encuentra dormidos a sus habitantes. Nadie sabe qué hacer con tanto envoltorio y suele tirarse atrás del patio o del alambrado a la espera que algún día desaparezca como todo el resto de los desechos conocidos hasta entonces. Pero no. Estos plásticos nos sobrevivirán por miles de años, creciendo en pilas o sumándose a la atmósfera que respiramos en forma de humo negro, si son quemados.

Los que vivieron la angustia de verse tapados por la basura en las grandes ciudades piensan en transformarlos en artesanías, en bloques de ladrillos, en reciclarlos transportándolos prensados hasta centros urbanos, en enterrarlos... Cualquier cosa antes de verlos arremolinados con el viento, enredados en los árboles o flotando en algún río. Menos aún que sean comidos ingenuamente por algún animal.

La basura es el gran problema de las áreas urbanas porque crece muy rápido, quita valor a toda actividad turística y trae problemas a la salud humana. Lo mejor es reducir de antemano los plásticos que ingresan a la vivienda y al pueblo, y luego separar y reciclar al máximo: lo orgánico para generar tierra negra y lo inorgánico intentando que vuelva a la industria de envasado. Lo que sobre, enterrarlo, cuidando que no contamine las napas de agua. Siempre quedarán las pilas, baterías, aceites industriales, agroquímicos y residuos hospitalarios como un tema candente para los cuales habrá que invertir en hornos y entierros de alta seguridad.

Junto con la basura, los efluentes cloacales y la contaminación del agua siguen en la lista negra de los problemas que quisiéramos negar. Pero sabemos que donde hay mucha gente, están. Y si hay huertas, y cultivos extensos cerca, además podemos intuir que las fumigaciones con agroquímicos más agresivos migraran hasta nuestras casas traídas por el viento.

 

 

¿Qué se puede hacer para solucionar
estos problemas de una vez y para siempre?

• Generar un cinturón de protección alrededor de los ejidos urbanos con reservas naturales, parques arbolados y mucha vegetación acuática.

• Donde haya industrias instaladas cerca de las casas, rodearlas de cortinas de árboles nativos para disimularlas y crear un efecto visual acorde a la naturaleza.

• Planificar la ubicación de plantas de tratamiento de efluentes con tiempo y previendo el crecimiento de la urbe para los próximos veinte años.

• Cuidar las fuentes de agua cercanas identificando el manejo y ciclo de reciclado de agroquímicos y la existencia de efluentes en las altas cuenca y en las napas que abastecen los pozos y tomas de aguas.

• Recordar que la salud se cuida previniendo, lo cual significa que debemos conocer de dónde viene el agua que tomamos, la comida que ingerimos, el aire que respiramos, y cómo funciona el entorno en donde vivimos. 

 

 

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