El poblamiento inicial de Corrientes
Desde la fundación de la ciudad de Corrientes por Juan de Vera y Aragón el 3 de abril de 1588 hasta y fines del siglo XIX, el desarrollo económico de la provincia estuvo ligado al poblamiento de tierras públicas. Esta ocupación efectiva del espacio se desarrolló en forma intermitente a lo largo de tres siglos hasta alcanzar los límites actuales.
Corrientes, fundada en la confluencia de los ríos Paraná y Paraguay con el objetivo de ser un punto estratégico entre Asunción, Santa Fe y Buenos Aires, tuvo en sus inicios un difícil desarrollo debido a la resistencia de los indígenas de la zona. Esa lucha por su supervivencia perduró por lo menos hasta el final del siglo XVII. Inicialmente los guaraníes y luego los indios chaqueños obstaculizaron el avance de las fronteras interiores más allá del río Santa Lucía.
Mientras se desarrollaba lentamente este proceso poblacional, en la región oriental de la provincia se fundaban los pueblos de Yapeyú en 1626 y Santo Tomé, La Cruz y San Carlos entre 1638 y 1639 por la Compañía de Jesús, que había fundado la Provincia Jesuítica del Paraguay en 1607. El río Miriñay se constituyó así en la frontera de Corrientes con las Misiones Jesuíticas.
En la segunda mitad del siglo XVIII, alentado por las reformas borbónicas que impulsaban el comercio exterior del ganado vacuno y el “alejamiento” de los indígenas de los campos de Corrientes, se inició un proceso efectivo de ocupación del espacio a partir de la formación de estancias. Así, entre 1760 y los inicios del siglo XIX Corrientes experimentó un notable crecimiento demográfico, económico y la ampliación de sus fronteras interiores que alcanzaron el río Miriñay hacia 1760 y el Uruguay, al sur de la antigua frontera con Misiones, un par de décadas luego. Este encuentro entre los dos territorios provocaría conflictos jurisdiccionales con el gobierno misionero que había ocupado ese espacio en la década de 1770 durante la administración de don Juan de San Martín como Teniente de Gobernador del departamento de Yapeyú.
Gran parte del área centro norte del territorio correntino es deprimida en el centro y paulatinamente se eleva hacia los costados con una altura más acusada hacia el este y un ascenso más suave hacia el oeste. Hasta la mitad del siglo XVIII este espacio fue prácticamente inexplorado debido a las dificultades de acceso y recién entre 1760 y 1773 comenzó a ocuparse dando lugar a la creación del pueblo de Yaguareté Cora (Concepción) a fines de dicho siglo.
En la década posterior a la Revolución de Mayo, Corrientes se vio seriamente afectada por los conflictos políticos del litoral que motivaron, por ejemplo, el abandono de los pueblos guaraníes fundados a orillas del Uruguay con posterioridad a la derrota del artiguismo.
Recién hacia 1830, en momentos de relativa paz política y con una decena de años de autonomía provincial, el gobierno correntino reanudó la expansión de sus fronteras interiores. En este aspecto el hecho más relevante fue la ocupación del espacio prácticamente baldío de las antiguas Misiones hasta el río Aguapey, poblamiento afianzado con la reocupación del pueblo de La Cruz (1830). El área al norte del Aguapey, en tanto, fue ocupada por el gobierno paraguayo hasta el fin de la Guerra de la Triple Alianza.
El área septentrional, disputada con el Paraguay tuvo a la Tranquera de Loreto (hoy Ituzaingó) como frontera, pero la fundación de los pueblos de Loreto y San Miguel en la cuenca del Iberá en la década de 1820 por guaraníes emigrados de las Misiones permitió el afianzamiento del límite norte de la provincia.
De este modo, hacia mediados del siglo XIX el estado correntino había conseguido una ocupación efectiva de su espacio y la consolidación de los límites que actualmente posee.