El resguardo legal y el manejo administrativo del territorio
La figura legal de una zona pública protegida es la de Parque, ya sea provincial o nacional, y se crea por ley, como es el caso del Parque Nacional Mburucuyá. Dicha ley establece sus límites, que deberían estar alambrados para evitar que el ganado de los vecinos acceda y compita con la fauna nativa. También se pueden establecer algunas restricciones de uso, zonificando áreas de uso turístico, educativo y recreativo (definiendo la intensidad de intervenciones y obras que se permiten), zonas de restauración (que hay que manejar intensamente para poder incorporarlas luego a las otras zonas) y zonas de conservación (donde hay producción intensiva de naturaleza).
Un parque bien manejado asegura que las poblaciones de flora y fauna nativas estén en su máxima capacidad de carga. También que estén todas las especies presentes: herbívoros, carnívoros medianos, predadores tope y hasta descomponedores para que no haya sobrecarga de unos y extinciones de otros, y que el ecosistema soporte bien los cambios climáticos. Al mismo tiempo, un Parque garantiza que los ciudadanos podamos disfrutar de los paisajes de nuestro país, conocer nuestras costumbres y los nombres de la vida silvestre que nos rodea, todo lo cual permite sentirnos parte de una misma identidad cultural. Estas características naturales y culturales que se preservan en los Parques son las que resultan atractivas para un ecoturista.
Para cumplir con estos objetivos los Parques suelen estar manejados por un equipo de guardaparques, técnicos y administrativos que viven en el área en seccionales, tienen sus oficinas en intendencias o centros administrativos y trabajan atendiendo al público en centros de interpretación. Además suele haber campings, baños, senderos y otras obras que permiten un mejor acercamiento a la naturaleza.
Para poder restaurar y manejar un territorio que antes fue usado para otras actividades productivas se suele intervenir eliminando especies exóticas o domésticas asilvestradas. Algunas de las metodologías consisten en restablecer el régimen de fuegos naturales o generar quemas prescriptas, alambrar sectores erosionados para recuperar suelo, reintroducir especies extintas o custodiar activamente la reproducción de algunas que están más amenazadas. Esto se conoce como manejo de vida silvestre y suele requerir técnicos especializados.
También resulta clave cuidar la seguridad de los visitantes y evitar impactos sobre el territorio que son producto generalmente de obras mal diseñadas o producciones tradicionales con malas prácticas, como el avance de plantines guachos de forestaciones sin manejo o el endicamiento de un sector del campo por levantamiento de caminos realizados sin los estudios previos del Instituto Correntino de Agua y Ambiente (ICAA).