La marca Territorial
Instalar una Marca Territorial es indispensable para proyectarse y comercializar un destino turístico a nivel mundial. La marca “Iberá” debería significar rápidamente en la mente del visitante avistamiento de fauna, paisajes silvestres extendidos hasta el horizonte y una cultura orgullosa de su arraigo a la tierra.
Cuando nombramos un lugar automáticamente lo relacionamos con un paisaje, un animal o una experiencia. Para todo el mundo Iguazú significa las Cataratas; Península Valdés, el avistamiento de ballenas, y Salta, las casonas españolas y el poncho colorado. Instalar una “marca territorial” es indispensable para proyectarse al mundo en busca de turistas e Iberá ya posee presencia en la lista de “sitios para visitar”.
¿Pero qué significa Iberá para el turista? Básicamente avistamiento de fauna en un paisaje acuático: ciervo de los pantanos, carpinchos, yacarés, garzas y cigüeñas. Ahora bien, para ampliar nuestro mercado debemos enriquecer la Marca con ingredientes seductores para un público ávido de autenticidad, de tierra, de experiencias simples, e Iberá tiene mucho para mostrar.
Si nos distanciamos mentalmente de nuestro mundo conocido, el Iberá nos asombraría. Emergería lentamente el paraíso mítico de los guaraníes, la explosión de colores púrpuras, amarillo y verde de las orillas flotantes de todo arroyito estereño, un horizonte nevado de flores blancas anillando las lagunas, la silueta de un canoero acompañado por un caballo que resopla en su nadar forzado, surgentes de agua entre las arenas del fondo de un río, cardúmenes de peces dorados asomando el lomo en el agua... Y con más tiempo aún, podríamos descubrir la puerta de entrada a misterios lejanos aflorando en la mirada de un paisano.
Una Marca Territorial, además de un contenido, debe tener una gráfica, un diseño arquitectónico y sobretodo una señalética común en territorio que permita a los visitantes reconocer que están dentro del área que ellos vinieron a conocer.